Conoce el trabajo del panel de expertos de la ONU sobre cambio climático

Ya en el año 2001 el Tercer Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ponía de manifiesto la evidencia proporcionada por las observaciones de los sistemas físicos y biológicos que mostraba que los cambios regionales en el clima, en concreto los aumentos de las temperaturas, estaban afectando a los diferentes sistemas y en distintas partes del globo terráqueo. Señalaba, en definitiva, que se están acumulando numerosas evidencias de la existencia del cambio climático y de los impactos que de él se derivan.

En 2007, en su Cuarto informe (PDF), el IPCC dio un paso más allá: se señaló que el calentamiento del sistema climático es inequívoco y ya apuntaba que, en un porcentaje altamente probable, este fenómeno se debe sea debido al incremento observado en las concentraciones en la atmósfera de gases de efecto invernadero como consecuencia de actividades humanas principalmente vinculadas al uso de combustibles fósiles, los cambios en el uso de la tierra y determinadas prácticas agrícolas.

En el quinto informe, en 2014, el panel constataba que la influencia humana en el sistema climático es clara y que las actuales emisiones antropogénicas de GEI, son las más altas de la historia. Las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso no tienen precedentes, al menos, en los últimos 800.000 años. Sus efectos se han detectado en todo el sistema climático.

En octubre de 2018, el IPCC publicó el primer Informe especial sobre los impactos de un calentamiento global de 1,5ºC y las sendas de emisión relacionadas. Fue encargado a la ONU por los cerca de doscientos países que integran la convención de cambio climático de la ONU tras la adopción del Acuerdo de París, en 2015, que tiene como objetivo que la temperatura del planeta no aumente más de 2ºC a finales de siglo, y si es posible que no supere los 1,5ºC.

En concreto, este informe especial analiza los impactos de un aumento de temperatura de 1,5ºC y las sendas de descarbonización que deben seguir los países para no sobrepasar ese límite, en comparación con lo que supondría el límite de 2 grados.

Y sus conclusiones fueron claras: es necesaria una transformación sin precedentes para limitar el aumento de la temperatura global del planeta a 1,5ºC. El informe pone de manifiesto que los compromisos de reducción de emisiones puestos actualmente sobre la mesa son insuficientes para evitar un aumento de la temperatura media global de 1,5ºC. Es, por tanto, necesario aumentar la acción por el clima.

En agosto de 2019, el IPCC emitió un segundo informe sobre “Cambio Climático y Uso de la Tierra”, en el que hace una llamada a los países a desarrollar estrategias que garanticen en el corto plazo la protección de la tierra, clave para alimentar o vestir a la creciente población mundial, así como para luchar contra el cambio climático.

El estudio recuerda que la adecuada gestión de este recurso, cuya explotación se ha visto acelerada en las últimas décadas, es clave para frenar la pérdida de biodiversidad, evitar la degradación de los suelos y la inseguridad alimentaria, y detener la desertificación, a la que España es especialmente vulnerable. Y añaden que todos estos fenómenos se están viendo agravados por los impactos ya observados del cambio climático.

Y en septiembre de 2019, el IPCC presentó el último informe del presente ciclo, centrado en los océanos y la criosfera, la parte helada del planeta.

Elaborado a partir de casi 7.000 artículos científicos de más de 100 expertos en clima y océanos, el informe sostiene que sólo en un escenario de menores emisiones, protección y restauración de ecosistemas y una gestión adecuada de los recursos naturales será posible preservar el océano y la criosfera como fuente de oportunidades que apoya la adaptación a los cambios futuros, limita los riesgos para los medios de subsistencia y ofrece múltiples beneficios adicionales para la sociedad.

Entre los efectos del calentamiento global sobre los océanos y la criosfera, el informe cita pérdidas masivas de glaciares a escala global; reducción del permafrost y las capas de nieve en sistemas de alta montaña, del continente antártico o Groenlandia; una mayor frecuencia de olas de calor marinas y de fenómenos como El Niño o La Niña; o un aumento del nivel del mar, lo que unido al incremento de la temperatura y de la acidificación, puede exacerbar los riesgos para las comunidades de las zonas costeras.

De igual modo, consideran necesario y urgente actuar para paliar las consecuencias de la pérdida de la biodiversidad asociada a los cambios en los océanos y la criosfera, así como el impacto sobre las pesquerías, con efectos sobre los ingresos, los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de quienes dependen de los recursos marinos.

¿Cómo trabaja el IPCC?

El IPCC utiliza sistemáticamente en sus informes un lenguaje calibrado para expresar el grado de certeza de sus principales conclusiones.

El grado de certeza que se asigna a cada afirmación se basa en la valoración del grado de comprensión científica sobre los temas en los que se fundamentan las conclusiones establecidas.

El IPCC expresa el grado de certeza en forma de nivel cualitativo de confianza y cuando la confianza es alta, y es posible, en forma probabilística. A modo de ejemplo, cuando en los informes se indica que un suceso es “probable”, “muy probable” o “virtualmente cierto” se está asignando a la afirmación una probabilidad de certeza superior al 66%, 90% o 99% respectivamente.

El cambio climático y la influencia del ser humano en el calentamiento global están comprobados con un grado de certeza absoluto.

Fuente: MITECO