Solo el 6,5% de estos bosques de alta calidad cuentan con una protección formal.
Cerca de la mitad de los bosques tropicales húmedos del mundo podrían considerarse de «alta calidad», pero solo el 6,5% de estos bosques de alta calidad cuentan con una protección formal. Los «mejores últimos» bosques tropicales del mundo corren un grave riesgo de desaparecer, según un estudio conjunto apoyado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), National Aeronautics and Space Administration (NASA) y Wildlife Conservation Society.
Los investigadores y ocho importantes instituciones de investigación identificaron omisiones significativas en la estrategia internacional de conservación de los bosques en el nuevo estudio titulado «Un marco normativo para la conservación de los bosques tropicales húmedos que quedan en la Tierra«, publicado en la revista Nature Ecology and Evolution.
Los objetivos mundiales actuales se centran únicamente en el tamaño de los bosques y no reconocen la importancia de la calidad de los bosques que proporcionan servicios clave como el almacenamiento de carbono, la prevención de la transmisión de enfermedades y el suministro de agua. Esto crea una brecha crítica en la acción para salvaguardar los ecosistemas esenciales para el bienestar humano y planetario.
Se necesitan urgentemente nuevas metas que reconozcan la calidad de los bosques para salvaguardar los preciosos bosques tropicales húmedos de la Tierra. De los 1,9 millones de hectáreas de bosques tropicales húmedos que existen en todo el mundo, el estudio aboga por nuevas protecciones en el 41% de esas zonas, por la restauración activa del 7% y por la reducción de la presión humana del 19%, a fin de promover estrategias coordinadas para sostener los bosques de alto valor ecológico.
«Proteger, restaurar y gestionar de forma sostenible la naturaleza es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero necesitamos datos espaciales más sólidos que nos ayuden a hacerlo«, dice el Administrador del PNUD, Achim Steiner.
«Al servir como convocante para reunir a algunos de los mejores científicos del mundo con los gobiernos, las Naciones Unidas está desempeñando un papel importante garantizando que este tipo de datos e investigaciones de vanguardia estén disponibles para ayudar a los países a planificar e implementar soluciones críticas basadas en la naturaleza» puntualiza.
En colaboración con las oficinas del PNUD en los países y actores clave de Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Indonesia, Perú, la República Democrática del Congo y Vietnam, los investigadores trazaron mapas de la ubicación de los bosques de alta calidad utilizando mapas de alta resolución desarrollados recientemente de la estructura de los bosques y la presión humana en todo el trópico húmedo mundial.
El documento revela que de los bosques tropicales húmedos de la Tierra, solo la mitad tiene una alta calidad ecológica, limitada en gran medida a las cuencas del Amazonas y del Congo. La gran mayoría de estos bosques no tienen protección formal y, dadas las recientes tasas de pérdida, se encuentran en un riesgo significativo.
Cambio climático y la recuperación verde
Con la rápida desaparición de estos «mejores de los últimos» bosques en juego, el documento proporciona un marco impulsado por políticas para su conservación y restauración, recomendando ubicaciones donde mantener las protecciones, añadir nuevas protecciones, restaurar la estructura de los bosques y mitigar la presión humana. Estas estrategias propuestas por el estudio solo se hacen más relevantes frente a la pandemia de COVID-19.
«Los enfoques basados en la naturaleza están surgiendo como oportunidades de gran valor para cumplir los compromisos internacionales y beneficiar a las personas y al planeta. La NASA se enorgullece en apoyar una ciencia rigurosa para comprender la Tierra, y ayudar a las organizaciones a aplicarla con el fin de informar sobre la protección de los bosques tropicales del mundo«, dijo Lawrence Friedl, Director del Programa de Ciencias Aplicadas de la NASA.
El próximo año es un ‘super año’ para la biodiversidad en el que el mundo suscribirá un nuevo acuerdo para la naturaleza que dará forma a la acción global para los próximos 30 años. Los países también tendrán una última oportunidad para revisar su contribución a la reducción de las emisiones de carbono antes de que entre en vigor el Acuerdo de París sobre el Clima.
Ambos hitos repercutirán en los esfuerzos para avanzar sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible basados en la naturaleza de la Agenda 2030.
Fuente: Naciones Unidas