Un estudio aboga por combinar las técnicas tradicionales con infraestructuras verdes.
“La realidad evidencia que las medidas implementadas en las últimas décadas han mejorado la calidad ambiental de la Albufera y esto se refleja en la disminución de la concentración media de clorofila, el aumento de la transparencia del agua, la recuperación de macrófitos dentro del lago y la presencia de aves invernales que desaparecieron hace años. Sin embargo, el camino es largo y ahora es el momento de pasar de la investigación a la actuación a gran escala”.
Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por los investigadores del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universtiat Politècnica de València, Miguel Martín Monerris, Carmen Hernández Crespo, Ignacio Andrés Doménech y el profesor del Departamento de Ingenería Hidráulica y Medio Ambiente, Vicent Benedito Durà, y que ha sido publicado en la revista Ecological Engineering.
Concretamente, el documento analiza las diferentes soluciones y herramientas de ingeniería que se han ido desarrollando en el lago de la Albufera, en su entorno, en el parque natural y en las localidades limítrofes con el objetivo de mejorar su calidad ambiental, focalizando el estudio “en la calidad del agua”.
“En el artículo describimos las medidas y sus efectos sobre la calidad del agua de las actuaciones desarrolladas en la Albufera en los últimos 25 años. También destacamos que la respuesta a los problemas de la Albufera debe partir de una solución integrada y consensuada entre todos los agentes y por último planteamos una serie de actuaciones concretas”, explica el investigador del IIAMA, Miguel Martín.
En este sentido, los autores del estudio recalcan que la recuperación ambiental es un proceso “largo”, donde es difícil detectar una relación causa-efecto de las actuaciones, “más aún cuando estos resultados se desarrollan en ecosistemas naturales extenso y complejos”.
“Las actuaciones desarrolladas en los tres Tancats (Tancat de la Pipa, de Milia y el de l’Illa) se aprecian muy bien, pero cuando lo extrapolamos a todo el ecosistema el impacto es menor. Sin embargo, independientemente de que se haya conseguido una serie de mejoras ambientales, creemos que el mayor impacto se ha producido a nivel social con la toma de conciencia de la degradación del lago y la necesidad de reclamar a las autoridades la adopción de medidas urgentes para su recuperación”, sostienen los autores de la investigación.
Propuestas de mejora
Entre las medidas de mejora, el estudio aboga por combinar el uso de técnicas tradicionales con otras adicionales y complementarias, como son las infraestructuras verdes.
“Las medidas para continuar mejorando la Albufera pasan por la construcción de nuevas plantas de tratamiento de aguas residuales, el uso de tanques de retención de aguas pluviales y el impulso de soluciones basadas en la naturaleza como humedales artificiales o los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS)”, destaca el Dr. Andrés Doménech.
El artículo detecta que uno de los grandes problemas de la Albufera es la gestión de las escorrentías pluviales, por lo que plantea combinar herramientas técnicas “como los tanques de tormenta con el uso de SUDS y modelos de simulación de la calidad del agua”.
También propone la instalación de nuevos humedales artificiales en pequeñas pedanías, núcleos diseminados, granjas o masías, y que no disponen de sistemas de saneamiento y depuración. En esta línea, aboga por que dichos humedales artificiales se empleen como elementos de depuración de las aguas procedentes de las acequias y éstas no se viertan al lago hasta que no sean tratadas.
“Si no mejoramos la calidad ambiental de las acequias, por muchas actuaciones que desarrollemos en el lago, éstas no tendrán el efecto esperado”, afirma la Dra. Hernández Crespo.
Otras de las soluciones que recoge el estudio es el fomento de la agricultura ecológica para disminuir la presencia de fitosanitarios, promover la gestión conjunta de aguas residuales regeneradas y los recursos hídricos convencionales y mejorar la gestión de los sedimentos.
“Es muy importante el papel de actividad agrícola en el balance hídrico (cantidad y calidad), la caracterización y estimación de cómo los sedimentos capturan/aportan nutrientes y metales en el lago y el uso de modelos de calidad del agua en ingeniería ambiental como “AQUATOOL –GESCAL” del grupo de Ingeniería de Recursos Hídricos del IIAMA”, sostiene Carmen Hernández.
Conclusiones y futuro
“Las estrategias adoptadas han funcionado y ahora nos encontramos en el momento de pasar de la investigación a la acción real, es decir, sabemos qué actuaciones hay que llevar a cabo y ahora es el momento de que las administraciones dediquen recursos para implementar dichas actuaciones”, manifiesta el investigador del IIAMA, Miguel Martin Monerris.
En este sentido, el profesor Martín Monerris recuerda que sobre la Albufera se cierne otra amenaza como es el impacto del cambio climático.
“En lagos costeros como la Albufera, el aumento del nivel del mar asociado a temperaturas más altas incrementará su salinidad. Las administraciones y partes interesadas deben ser conscientes de esta realidad y articular medidas de restauración”, señala el Dr. Martín Monerris.
Finalmente, los autores del estudio quieren lanzar un mensaje de optimismo sobre la futura evolución de la Albufera. “Los indicadores analizados muestran que la Albufera ha mejorado con los años, aunque no como hubiéramos querido porque es un proceso muy lento, pero tenemos suficiente información como para plantear medidas de gestión que continúen fomentando su recuperación”, concluyen resaltando los investigadores del IIAMA.
Fuente: UPV
Documentación
El Parque Natural de la Albufera, en valenciano Parc Natural de l´Albufera, fue declarado Parque Natural por la Generalitat Valenciana el 8 de julio de 1986. Se incorporó a la Lista de Zonas Húmedas de Importancia Internacional en la Conferencia Ramsar, celebrada el 8 de mayo de 1990. Está incluído en el área ZEPA (Zona de Especial Protección para Aves) desde el 8 de junio de 1994. Fue aprobado por el PORN (Plan de Ordenación de los Recursos Naturales) el 16 de mayo de 1995 y en el PRUG (Plan Rector de Uso y Gestión) el 19 de noviembre de 2004.
Situado al sur de Valencia, ocupa una superficie de 21.120 ha, extendiéndose por parte de trece municipios: Valencia, Alfafar, Sedaví, Massanassa, Catarroja, Albal, Beniparrell, Silla, Sollana, Sueca, Cullera, Albalat de la Ribera y Algemesí.
El marco territorial del Parque Natural de la Albufera se originó hace miles de años, cuando un golfo marino que se extendía entre las desembocaduras de los ríos Túria y Júcar quedó, primero, aislado del mar Mediterráneo y, poco a poco, parcialmente rellenado con los aportes sedimentarios de los dos ríos. Dentro de la barra arenosa formada quedó un gran estanque salobre que, a medida que se colmataba, formó una extensa marjalería. A partir del S-XV, con la puesta en escena del cultivo del arroz, tienen lugar dos cambios fundamentales inducidos por el hombre: la dulcificación del sistema palustre y una aceleración del aterramiento del marjal primitivo, a fin de obtener mayor y mejor superficie cultivable.
En lo que se refiere a las Aves, el Parque Natural de la Albufera es de la máxima importancia dentro del contexto europeo por su gran valor ecólógico. En invierno destacan las anátidas o patos, con censos en torno a los 30.000 ejemplares. La especie más abundante es el ánade azulón, destacando también la presencia de pato colorado, el cuchara común y el porrón europeo.
Durante la época de nidificación, el parque natural tiene gran importancia por sus colonias de garzas, que suelen superar las 4.500 parejas y que construyen sus colonias en lo más denso del carrizal de la laguna. Entre ellas, cabe reseñar la presencia de una importante población de garcilla cangrejera, así como de garza imperial. La Albufera es una zona de paso para muchas especies de aves migratorias.