Propuestas para disfrutar unas relajantes vacaciones con sabor Mediterráneo.
Túnez se caracteriza por ser un país al que se puede visitar en cualquier época del año, pero en primavera la vegetación ofrece algunos paisajes espectaculares creando una estampa única en la que la luz y el color cobran protagonismo. Además, las buenas temperaturas para los meses de marzo y abril convierten al país magrebí en un destino vacacional de ocio saludable con sabor Mediterráneo.
Quienes deseen pasar unos días relajados para recargar las pilas, pueden dejarse mimar en alguno de los más de cuarenta centros de talasoterapia repartidos por el país, que convierten a Túnez en el segundo destino del mundo en ofrecer estos tratamientos basados en las propiedades del yodo procedente del agua de mar.
Tabarka, Hammamet, Monastir o Mahdia son algunas de las zonas donde más se concentran dichos espacios, pero en general se recomienda dar prioridad a los establecimientos situados en la costa norte si se busca tranquilidad y a los de la costa este si por la noche se quiere complementar con un ambiente festivo.
Otra propuesta sugerente para aquellos que buscan descanso es una estancia al calor del sol tunecino en algunos de los resorts y hoteles ubicados a orillas del Mediterráneo, a lo largo de sus 1.300 kilómetros de costa. Estos alojamientos también disponen de numerosas actividades acuáticas y terrestres para añadir una dosis de acción y aventura. Las más populares son submarinismo, vela, windsurf y esquí acuático o parasailing, entre otras, así como golf y tenis.
Por su parte, entre las numerosas islas repartidas a lo largo del litoral tunecino sobresale especialmente Djerba, famosa por inspirar a Homero en un fragmento de su obra La Odisea, siendo el lugar en el que Ulises y su tripulación disfrutan tanto de sus bondades que casi olvidan regresar a Ítaca.
Este enclave presume de contar con playas de aguas cálidas y cristalinas, como las de Sidi Mahrez, Rass Taguerness y la Playa de Seguia. Por otro lado, uno de sus mayores atractivos es su capital, Houmt Souk, que permite pasear por su medina, visitar sus tres mezquitas o la fortaleza de El Kebir, originaria del siglo XII por la que han pasado árabes, españoles y turcos. Otro de sus encantos son sus zocos y mercadillos, donde adquirir artesanías típicas de la isla como alfombras, joyería y prendas de cuero.
Para los amantes de la historia, Túnez es un destino indispensable en esta época del año. El país alberga un gran legado histórico fruto de diversas civilizaciones que se han asentado en el territorio a lo largo de 3.000 años. Esta riqueza ha sido reconocida por la UNESCO en varias ocasiones como Patrimonio de la Humanidad. Destacan el anfiteatro romano de El Jem, el Parque Arqueológico de Cartago –con restos púnicos y romanos– o la ciudad púnica de Kerkuán y su necrópolis.
Los más urbanitas encontrarán en la capital el Museo Nacional del Bardo, único en el mundo por su extenso repertorio de obras que abarcan desde la Prehistoria de Túnez hasta los siglos XIX y XX. Sus colecciones púnicas y sus mosaicos romanos asombran a todos los visitantes, en especial a aquellos con debilidad por el arte y la historia. Otra visita imprescindible en la ciudad es su medina, Patrimonio Mundial de la UNESCO, cuya belleza invita a adentrarse en ella y observar la actividad de sus habitantes.
El bello costero de Sidi Bou Said
A quince kilómetros de Túnez se encuentra Sidi Bou Said, uno de los pueblos costeros más bellos del Mediterráneo, característico por el color azul y blanco de las fachadas, puertas y ventanas de sus casas. Esta localidad hechizó y atrajo a un gran número de escritores, pintores, músicos y otros artistas de todas partes del mundo. Sus acantilados, sus miradores, sus recónditos lugares llenos de encanto y sus pintorescos cafés crean una atmósfera única que hoy en día sigue cautivando a los turistas.
Los viajeros atraídos por la naturaleza, pueden disfrutar explorando alguno de sus 17 parques nacionales, 27 reservas naturales y 41 zonas húmedas de importancia internacional que se hallan en territorio tunecino. Además, la zona de Cap Bon y el Golfo de Gabés hacen las delicias de los interesados por la ornitología, ya que ambos son puntos de concentración de aves migratorias como flamencos o ánades.
Si se busca aprovechar el tiempo de ocio para emprender una aventura, lo ideal es vivir una auténtica experiencia en el desierto del Sahara viajando en todoterreno o como un auténtico nómada, surcando las dunas a lomos de un dromedario, camello o caballo. Para ello, uno de los mejores puntos de salida es Tozeur, considerada la capital del desierto. La ciudad merece ser visitada por su medina, sus mezquitas y su gran palmeral, pero en sus alrededores se presentan paisajes impresionantes que han servido de escenario para numerosas películas como Star Wars, Indiana Jones o El Paciente Inglés.
En el sur del país, otros atractivos ubicados fuera de Tozeur son sus oasis, como Chebika, Tamerza o Midès, con cascadas y pozas en las que darse un refrescante chapuzón. El inmenso lago salado de Chott el Jerid, con más de 100 kilómetros de extensión, es también uno de los lugares de obligada visita en la región de Douz.
Para culminar la jornada, el desierto regala al visitante paisajes emocionantes entre los que destacamos pasar la noche pernoctando en jaimas beduinas bajo un espectacular cielo estrellado. O bien, los campamentos de Zmela o de Ksar Guilane. Espacios ideales donde alojarse en medio del silencio y la paz que transmiten las inmensas dunas de arena.